4 de marzo, 2019
Con resultados optimistas cerró 2018 el Programa de Intercambio Universitario (PIU) de CINDA al prácticamente duplicar el número de beneficiados con los de la red.
Soledad Aravena, directora del programa Política y Gestión Universitaria, del cual depende el PIU, comenta que el año pasado, cuando entró en funcionamiento la nueva plataforma, el número de intercambios anuales aumentó de 253 a 468.
“Creo que ello fue posible gracias a que se puso mucho esfuerzo en que se hiciera visible nuestra oferta entre los encargados y coordinadores PIU de cada universidad y a que también la plataforma facilitó el acceso de los postulantes a la información. Estamos viendo cómo esa tendencia va a seguir en el tiempo y analizando información sobre quiénes han hecho este intercambio. Hasta ahora podemos observar que los estudiantes siguen siendo los usuarios más habituales del programa; y estamos generando acciones para que sea más atractivo para los académicos e investigadores que se mueven por intereses más específicos. En cuanto a los gestores, la oferta para ellos aún es incipiente y sabemos que es necesario generar condiciones para facilitar su movilidad. Uno de los desafíos que tenemos por delante es consolidar la información sobre las necesidades de los usuarios de nuestro programa, para lograr que todas las personas que queremos abarcar se puedan sumar a él en las mejores condiciones”.
Aumento de oferta
Consciente de que aún la cantidad de usuarios es pequeña, Soledad Aravena se manifiesta optimista con los resultados obtenidos. “Nuestra primera meta era que cada universidad ofreciera 6 cupos al año lo que implica 180 cupos anuales como mínimo. Y tuvimos más de 400 intercambios. Las universidades adscritas al PIU son 34 y ofrecieron más cupos de los presupuestados. En términos de programas concretos, tenemos hoy una oferta de más de mil programas, que corresponde a más de 500 para estudiantes de pregrado, 250 para académicos, 250 para estudiantes de postgrado y alrededor de 30 para gestores, lo que ofrece un panorama alentador”.
Evolución
Haciendo un poco de historia, CINDA es una red interuniversitaria con casi 50 años de existencia y su objetivo es que las universidades que la integran trabajen en conjunto para mejorar su calidad. Una de las iniciativas que en los últimos 15 años ha aportado a esa meta es el programa de movilidad de estudiantes que, en principio, CINDA desarrolló con el liderazgo de la Universidad Católica del Perú. Durante años esta casa de estudios reunió la información y apoyó a las otras universidades, generando un intercambio que estaba concentrado en los estudiantes de pregrado.
Pero, como lo explica Soledad Aravena, hace unos cuatro años la red de vicerrectores de investigación visualizó la necesidad de que ese intercambio se abriera a más integrantes de las comunidades educativas, y abarcara a investigadores y estudiantes de posgrado por ser ello algo que las IES necesitan y que es muy potente para sus procesos institucionales.
Bajo este concepto nació el PIU, programa de intercambio universitario que, a partir de 2016, amplió la movilidad estudiantil de pregrado a los estudiantes de posgrado, a los académicos de docencia e investigación y a los gestores universitarios (profesionales y funcionarios que trabajan sosteniendo las labores de las universidades).
Es así como una característica destacable del PIU es su apertura que permite a todos los integrantes de la vida universitaria vivir una experiencia de intercambio que enriquezca su desarrollo, como estudiantes o profesionales, con el consiguiente impacto positivo que ello tiene para las instituciones.
“No se trata de una experiencia que sólo vive el estudiante, académico o gestor enriqueciéndose individualmente, sino que irradia a quienes estudian y trabajan con él, a quienes están a su alrededor”, explica Aravena.
Además hace hincapié en que el PIU abrió una posibilidad inédita porque “en general los programas de intercambio son bilaterales, salvo en las redes que se han ido generando en el último tiempo en este contexto más globalizado de educación superior. Es decir una universidad firma con otra universidad y ofrecen esa opción. En CINDA un estudiante puede escoger entre 34 universidades a cuál ir y eso genera una diversidad muy fuerte en varios aspectos que abarca desde las instituciones para elegir, cada una con trayectorias y fortalezas específicas; trasladarse a distintos lugares de América y Europa, y elegir entre muchísimos programas en diferentes áreas del conocimiento. A ello se suma la posibilidad de optar a numerosos tipos de intercambio que pueden ir desde una pasantía de una o dos semanas a un doctorado. Precisamente uno de los grandes valores del programa está en la variedad de experiencias y oportunidades que ofrece”, destacando la gran diversidad de áreas del conocimiento en que las universidades participantes ofrecen programas, que van desde tecnología y ciencias de la salud, hasta arte y humanidades.
Apoyo
El beneficio concreto que da el PIU consiste en que la universidad que recibe al estudiante no le cobra el arancel por cursar sus estudios ahí. El beneficiario mantiene su calidad de alumno en su universidad de origen y sigue pagando su arancel en ella. Si bien los gastos de traslado y personales corren por su cuenta, hay universidades que ofrecen algún tipo de ayuda. “Inclusive hay algunas instituciones que, cuando un estudiante sale de intercambio en esta lógica, le hacen una rebaja en su arancel y así parte de los fondos que destina a la colegiatura lo puede desviar a los gastos que implica el viaje”, explica.
Finalmente agrega que algunas universidades receptoras ofrecen apoyo para ver el tema del alojamiento o ayudan a localizar a los estudiantes con familias de acogida. “La idea primaria fue promover la diversidad de ofertas pero algunas instituciones ya se han planteado la posibilidad de generar mecanismos para facilitar ese apoyo”, concluye Soledad Aravena.
Más información: https://piucinda.cl