26 de octubre, 2023
En un contexto globalizado y en constante evolución, las universidades se enfrentan al importante cometido de preparar a sus estudiantes no solo para el ámbito académico y profesional, sino también para ser ciudadanos comprometidos con el bienestar de la sociedad y el planeta.
La ética y la responsabilidad social se han convertido en pilares fundamentales en la formación universitaria. Estos valores trascienden la adquisición de conocimientos y se centran en la construcción de una conciencia cívica y el desarrollo de habilidades para abordar los desafíos sociales y ambientales.
Durante su conferencia en la 56º Junta Directiva de Rectores de CINDA, en la Universidad de Málaga, la filósofa y experta Adela Cortina partió subrayando que la ética no es una moda pasajera, sino una cuestión perenne y vigente en la vida de los seres humanos. “La ética está de moda, pero yo diría con Javier Zubiri que no está de moda, sino que está de actualidad. De actualidad quiere decir que algo pertenece a los seres humanos y de vez en cuando aflora como con un mayor interés porque hay unos asuntos que lo reclaman, pero sigue estando, aunque no esté de moda, está de actualidad. Siempre llevamos la ética, la ética nos acompaña, no hay ningún ser humano que esté más allá del bien y el mal moral”, señaló.
Por esto, justamente, tanto las personas como las instituciones, incluyendo las universidades, están sujetas a consideraciones éticas. Y, citando a un profesor de Harvard y en referencia a dicha institución, Cortina hizo la siguiente reflexión: “Él decía, es una universidad de excelencia sin alma porque tiene una gran cantidad de artículos que están publicados por sus profesores en revistas de impacto en los más altos cuartiles posibles, pero le falta ese alma social, esos valores, esos valores éticos, esos valores morales, que son los que le proporcionan un alma a una universidad. Queda como una cáscara vacía cuando no están presentes los valores, cuando no está presente la preocupación social. Yo creo que no puede haber excelencia sin alma, es imposible, la excelencia requiere alma”. De ahí surge la relevancia de hablar sobre ciudadanía, ética y responsabilidad social universitaria.
Adela Cortina mencionó que la noción de responsabilidad social surgió principalmente en el ámbito empresarial en los años 50 e hizo referencia a la perspectiva de Milton Friedman, quien la definió como el aumento del valor para los accionistas. Así, ella propuso una definición de responsabilidad social que se centra en satisfacer las expectativas legítimas de todos los afectados por una actividad empresarial, enfatizando la importancia de considerar a todos los afectados, no solo a los grupos de interés. “Entendemos desde nuestro punto de vista, que trabajamos en lo que se llama la ética del discurso, que cualquier actividad humana tiene una buena cantidad de afectados, afectados que tienen unos intereses legítimos, unas expectativas legítimas hacia esa actividad, y la responsabilidad social de una institución consiste en tratar de satisfacer las expectativas legítimas de todos los afectados por su actividad”, sostuvo.
La filósofa continuó haciendo una distinción esencial entre la actividad en sí y la institución que la alberga subrayando que las instituciones deben apoyar y potenciar la actividad, no al revés. Y relevó, en este contexto, la importancia de definir el bien interno de cada actividad. “Creo que la gran pregunta es cuál es el bien interno de la actividad universitaria. ¿Qué es lo que hace importante que haya universidades?, cuestionó.
Tras hacer un breve repaso por la historia de las universidades, desde la Edad Media, concluyó con la universidad Humboldt del siglo XIX, que estableció tres metas fundamentales: transmitir el conocimiento, fomentar la investigación en busca de la verdad y formar ciudadanos de mente abierta capaces de deliberar y discutir.
Adela Cortina, junto a Carlos Garatea, rector de la PUCP, y José Ángel Narváez, rector de la UMA.
Y para lograrlo, propuso, entre otras cosas, formar ciudadanos maduros, capaces de discernir y argumentar, evitando el dogmatismo y relevando la importancia de la crítica constructiva. También mencionó la necesidad de recuperar la unidad del conocimiento, superando la fragmentación en distintas áreas de estudio, considerando que los problemas actuales requieren el aporte de diversas disciplinas para ser resueltos.
Hizo además un llamado a evitar la burocratización de las universidades y a construir una comunidad universitaria que fomente el debate y la deliberación y la inclusión. "La universidad tiene que ser autónoma, libre, inclusiva y educar a la ciudadanía en la justicia y en la compasión“, finalizó.
Ética, ciudadanía y responsabilidad social en las universidades de CINDA
Las instituciones educativas alrededor del mundo han implementado programas y proyectos que fomentan la participación activa de los estudiantes en iniciativas de impacto social. Desde programas de voluntariado hasta investigaciones orientadas a la solución de problemas globales, las universidades están creando espacios donde los estudiantes pueden poner en práctica la ética y la responsabilidad social.
El acto académico de la Junta de Rectores incluyó también un panel en el que Lauren Müller, rectora de la Universidad Privada Santa Cruz de la Sierra, Daniel Crespo, rector de la Universitat Politècnica de Catalunya y Luis Fernando Múnera, rector de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, mostraron las distintas formas en las que sus universidades están afrontando estas temáticas.
“A partir, por lo tanto, de lo que es una investigación y una docencia de calidad, la universidad no solo debe aspirar a formar a las personas altamente cualificadas para desarrollar una actividad profesional, sino que también tiene que saberse creadora de un conocimiento socialmente responsable con el medioambiente, con la cultura, con la igualdad, con el progreso inclusivo igualitario”, dijo durante su introducción Milagros León, Vicerrectora Adjunta de Formación y Participación en Igualdad de la UMA, quien moderó el panel.
El acto académico incluyó un panel de rectores de CINDA, quienes compartieron experiencias de sus universidades en torno a la ética, ciudadanía y responsabilidad social.
“Esto de la formación para la democracia, como ustedes ven, es un tema en crisis. Es un tema que, en particular en América Latina, nos genera muchas preguntas. En un momento donde el populismo, por lo menos en mi país, en Colombia, parece tener un gran lugar (...) Y donde todos sabemos que las estrategias de comunicación de lo que se llama la posverdad a través de las redes igualmente ponen en riesgo la democracia y la información. Desde ahí nos queremos preguntar qué significa, cómo se hace educar para la democracia desde la educación superior”, señaló Luis Fernando Múnera. “Pues creo que hay que repensar también una pedagogía para la democracia”, insistió.
Así, mencionó, como una de las experiencias a través de las cuales la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá desarrolla el compromiso social y la reflexión ética de sus estudiantes, la existencia de de asignaturas que aplican la metodología aprendizaje-servicio, junto con la organización Misión País-Colombia. “Creo que hay muchísimas estrategias, pero lo central de esas estrategias es la posibilidad de salir y de encontrarse con los otros, de ir a otros lugares, para nosotros los territorios del país lejanos de las ciudades son importantes como lugar de aprendizaje y de involucrarte en esa vida de un país desconocido. (...) La formación para la democracia es una tarea de toda la institución y de toda la actividad universitaria. Y quizás en ello, lo que quiero enfatizar es la necesidad de encuentros con los otros, creo que la formación y la tolerancia en el encuentro es fundamental. Y para ello, para que uno se interese genuinamente por la vida y por la historia de otro con el que no tiene un contacto normal en su grupo social y cultural, eso hay que crearlo, esos encuentros hay que crearlos”, destacó.
Lauren Müller de Pacheco también compartió algunas actividades que hace la Universidad Privada Santa Cruz de la Sierra, de Bolivia, en el espacio de la responsabilidad social de las universidades, “entendiendo la responsabilidad social universitaria como la dimensión ética de la universidad. Y en ese sentido, reflexionando sobre algunas formas a través de las cuales las universidades pueden desempeñar un papel activo en este proceso”. Así, mencionó educación cívica y ciudadana, mediante cursos y programas que fomenten la comprensión de los derechos y las responsabilidades de los ciudadanos y promoviendo que los estudiantes participen en proyectos de servicio comunitario y voluntariado, a través de la apertura de espacios de diálogo y debate. También se refirió a la posibilidad de hacer investigación y análisis de políticas, investigación independiente, análisis de problemas sociales y cívicos clave, promoviendo la implementación de políticas inclusivas, la celebración de eventos culturales y la promoción de la equidad en la educación. “En resumen, nuestras universidades pueden desempeñar un papel fundamental en el fomento de la ciudadanía al comprometerse activamente con sus comunidades locales y nacionales. Ofreciendo educación cívica, promoviendo la participación ciudadana y abordando problemas sociales claves a través de la investigación y la acción”, sostuvo.
Y en ese contexto, presentó algunas líneas que la universidad trabaja con los estudiantes y que están orientados precisamente a fortalecer la ciudadanía y la responsabilidad social. Una de ellas es a través del diseño curricular. “En el marco del diseño curricular, en las 20 carreras de pregrado que están distribuidas en cinco facultades, Ingeniería, Ciencias Empresariales, Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Humanidades y Comunicación y Ciencias Jurídicas y Sociales, hemos incorporado tres materias obligatorias, pensamiento crítico, interculturalidad, ciudadanía y género y ética”, describió.
A la incorporación de estas temáticas en el curriculum académico se suma la existencia de proyectos facultativos en los cuales los estudiantes, a partir de materias y dirigidos por docentes, trabajan en convenio con instituciones públicas y locales. Y, finalmente, destacó la construcción de viviendas para familias vulnerables que se hace en la Facultad de Arquitectura. “La vivienda terminal implica la construcción cada año de una vivienda para una familia muy pobre. La familia participa en la construcción de la vivienda junto con nuestros estudiantes. (...) Esto significa un cambio en la forma de mirar y actuar de nuestros estudiantes”.
Siguiendo con la lógica anterior, el rector de la UPC, Daniel Crespo, destacó la importancia de pensar la responsabilidad social en la formación de los estudiantes. “Cuando hablamos de responsabilidad social en las universidades, (...) tenemos como una función separada de las otras. Dice que las universidades tienen una función docente, una función de investigadora, una función de transferencia de tecnología y una función de responsabilidad social. A mí me gustaría dejar claro, desde mi punto de vista, que la primera responsabilidad social que tenemos son nuestros egresados. Es decir, nuestros egresados son una herramienta de cambio social, probablemente la más potente que existe”, reflexionó. En ese sentido, enfatizó la importancia de incorporar la responsabilidad social en los procesos de titulación. “Desde el punto de vista de una universidad en la que todos nuestros estudiantes son ingenieros y sabemos que van a actuar directamente en el medio y en la sociedad, es el problema de la sostenibilidad de sus actuaciones”. Para ello, han incorporado en todas las carreras, y también en los postgrados, un trabajo final que incluye un estudio de sostenibilidad. “Entendemos que el alumno se siente más motivado para estudiar un problema de sostenibilidad en un tema con el que probablemente va a tener que encontrarse en su ejercicio profesional”, destacó.
En resumen, la ética, la ciudadanía y la responsabilidad social se han convertido en elementos esenciales en la formación universitaria. Al promover estos valores, las universidades no solo preparan a profesionales capacitados, sino que contribuyen a la construcción de una sociedad más justa, sostenible y solidaria.