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universidades cinda se involucran en el combate al covid 19 f

8 de abril, 2020

Mientras en todo el mundo los gobiernos, las sociedades y los servicios de salud intentan contener la pandemia del Covid-19, los sistemas universitarios hacen importantes esfuerzos para adaptar sus modelos de enseñanza y aprendizaje a la nueva situación. Pero también se han volcado a la cooperación con los sistemas de salud de sus países, aportando sus conocimientos para combatir la expansión del virus. Aquí revisaremos algunos de los proyectos que han emprendido las universidades CINDA.

La Universidad Nacional de Quilmes –en coordinación con el Ministerio de Salud argentino– ha dispuesto el laboratorio de su Plataforma de Servicios Biotecnológicos (PSB) para la realización de diagnósticos de Covid-19, siguiendo las normas de seguridad biomédica de la OMS. La UNQ busca ayudar a cubrir la demanda y acelerar la entrega de diagnósticos en la provincia de Buenos Aires. Además, en aulas de la propia universidad se ha instalado un centro de aislamiento que permitirá recibir a pacientes infectados con sintomatología leve.

En Brasil, la Universidad Estadual de Campinas inició –a través de su Instituto de Química– la producción de alcohol al 70% y alcohol gel para abastecer sus unidades de salud, en instalaciones que reproducen las condiciones de producción industrial a escala reducida. Su meta es llegar a las dos toneladas de alcohol y 500 kilos de alcohol gel, lo que permitiría cubrir la demanda de sus hospitales durante tres meses.

Insumos para los servicios de salud

Una de las necesidades más acuciantes para los sistemas de salud en todo el mundo es la falta de insumos, y una serie de iniciativas busca revertir esa dificultad. En República Dominicana, un equipo de estudiantes, colaboradores y egresados del Instituto Tecnológico de Santo Domingo se encuentra fabricando pantallas protectoras del rostro en laboratorios del instituto. Tienen la capacidad de producir 150 pantallas diarias y ya han entregado más de 1.000 a diferentes unidades de salud. También están desarrollando un respirador mecánico de bajo costo, basado en un modelo del MIT, con el trabajo de estudiantes, docentes y egresados del Intec.

En España, el FabLab UB, formado por docentes y personal de administración y servicios de algunas facultades de la Universitat de Barcelona, imprimen y montan viseras protectoras, salvaorejas y abrepuertas con 17 impresoras 3D que pertenecen a grupos de investigación de la universidad y a particulares. El material producido se distribuye a diferentes hospitales de la provincia de Barcelona, y se han donado 700 viseras de protección, más de 1.000 salvaorejas y 10 abrepuertas.

En Lima, un equipo interdisciplinario de la Sala de Manufactura Digital VEO 3D de la Pontificia Universidad Católica del Perú fabrica protectores faciales para el personal que atiende a pacientes de coronavirus. Se han propuesto como primera meta elaborar 200 unidades para distintas instituciones de salud, y ya hicieron una primera entrega al Instituto Nacional Cardiovascular. Además, junto a cuatro empresas peruanas, están desarrollando Masi, un respirador mecánico de emergencia que se encuentra en etapa de validación.

En Ecuador, por su parte, la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), junto a la Fundación Khare y con la participación de docentes, estudiantes y servidores de la universidad, ha fabricado y entregado más de 3.000 protectores faciales para los servicios de salud, mientras la Universidad de Panamá entregó al Ministerio de Salud de su país 113 viseras protectoras, elaboradas por los laboratorios de innovación 3D de sus facultades de Arquitectura y Diseño, de Informática Electrónica y Comunicación, y de Ingeniería.

En Chile, por otro lado, las universidades de Talca, de Concepción y Austral –junto con las de la Frontera y de Los Lagos– se asociaron para fabricar cien mil máscaras faciales, en una iniciativa impulsada por el Colegio de Arquitectos y el Ministerio de Ciencia. Las máscaras serán producidas en impresoras 3D y sus diseños serán publicados en una página web para que otros actores puedan sumarse a la iniciativa. Paralelamente, la Escuela de Ingeniería en Desarrollo de Videojuegos y Realidad Virtual de la Universidad de Talca colabora con la Universidad de Concepción en la creación de un simulador para aprender a cambiar piezas de respiradores mecánicos.

También en Chile, el Valparaíso Makersplace –un espacio de prototipado de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso–, asociado con un empresa local, desarrolló un prototipo de escudo facial y se encuentra trabajando en el mejoramiento de su diseño con el objeto de acortar sus tiempos de fabricación. Actualmente, la mayoría de los escudos faciales demora entre una y dos horas en imprimirse, sin considerar el tiempo de armado y sanitizado.

La falta de respiradores también ha resultado un obstáculo para los servicios de salud a nivel global. La Universidad de Costa Rica ha desarrollado dos prototipos –uno ambulatorio y otro fijo, para uso intrahospitalario– que fueron sometidos a prueba en el Centro de Simulación en Salud de su Escuela de Enfermería. Una vez incorporadas las mejoras que surgieron de esos tests, las unidades podrán ser fabricadas.

La Universidad Austral de Chile, en el Laboratorio de Innovación Tecnológica LeufüLab de su Facultad de Ciencias de la Ingeniería, se encuentra desarrollando el “Ambumatic”, un prototipo de ventilador mecánico para pacientes críticos, diseñado en el mismo laboratorio. Con el apoyo del gobierno regional aspiran a producir 100 respiradores para las unidades de salud.

También en Chile, la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica –en conjunto con el sistema de salud local– consiguió probar con éxito un modelo de ventiladores mecánicos desarrollado por académicos y alumnos de Ingeniería Mecánica y Metalúrgica, basados en Oxygen Project, un modelo usado en España. Alumnos y académicos de la misma escuela –que desarrolla actualmente más de 15 proyectos relacionados con la emergencia sanitaria– trabajan en una cámara que esteriliza las ropas del personal de salud por medio de luz ultravioleta, removiendo bacterias y virus de las vestimentas; una de estas cámaras ya está siendo utilizada en un hospital de la red pública.

En Ecuador, por otra parte, la Espol se incorporó institucionalmente a OpenVenti, una iniciativa ciudadana que pretende producir respiradores artificiales de bajo costo y alta calidad, con un diseño de código abierto. Este proyecto –en el que participan más de 400 voluntarios de todo el mundo– opera bajo la modalidad de financiamiento colectivo y ya ha logrado reunir los fondos para producir 200 ventiladores.

Recolección de datos para contener el virus

Varios grupos y centros de investigación de la Universitat Politècnica de Catalunya trabajan en diversos proyectos en la lucha contra la expansión del virus. Un equipo del grupo de investigación de Biología Computacional i Sistemes Complexos (BIOCOM-SC) de la UPC, coordinado con otras instituciones, ha elaborado un modelo matemático para hacer un seguimiento de la epidemia del Covid-19, que permite analizar la eficacia de las medidas implementadas en diferentes países. Los departamentos de Enginyeria Telemàtica y Arquitectura de Computadors de la universidad, por su parte, dan apoyo técnico a la OMS para la aplicación en Cataluña del software Go.Data, una herramienta que permite hacer un seguimiento de la incidencia del virus y adaptar la respuesta de las instituciones sanitarias a los distintos escenarios. El CIM-UPC, además, se ha unido al proyecto colaborativo de la plataforma 3dcovid19.tech, una iniciativa para coordinar la fabricación 3D de material médico, y ha creado un abridor de puertas en 3D para no tener que usar las manos en superficies de riesgo.

Un proyecto de la Espol en conjunto con la Universidade de Lisboa está realizando un mapeo geosintomático del Covid-19 entre los ecuatorianos a partir de una encuesta georreferenciada en línea. Con la información recogida será posible identificar las regiones con mayor concentración de síntomas asociados al coronavirus para evaluar nuevas estrategias de control.

Más al norte, en Colombia, investigadores del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de los Andes desarrollaron un modelo matemático que permite evaluar el efecto que pueden tener las medidas de mitigación de la propagación del Covid-19 en Bogotá, considerando el comportamiento de las personas, sus lugares de vivienda, sus interacciones y su movilidad por la ciudad. El modelo permitirá entregar información relevante para determinar las medidas más adecuadas para contener el virus durante la post-cuarentena.

El suministro a los hospitales de los insumos que se producen de manera dispersa en el territorio también es un reto. El grupo de investigación Internet Computing & Systems Optimization (ICSO), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), junto con la empresa Fhios, está desarrollando algoritmos inteligentes para optimizar la logística de la recogida a domicilios y el reparto en los hospitales de los diferentes insumos, para realizarla con la mayor eficiencia posible.

Acortar la brecha digital

El traslado de la actividad académica hacia lo virtual hizo visibles las desigualdades de acceso a la conectividad digital en el alumnado. Para intentar acortar esa brecha, muchas instituciones pusieron en movimiento programas de apoyo a los estudiantes que tienen dificultades de acceso a internet. La Universidad de Talca está entregando 1.000 becas de conectividad con acceso ilimitado, en tanto la Universidad de Concepción llegó a un acuerdo con las principales compañías de comunicaciones para ofrecer conexión por medio de becas a sus alumnos; además, coordina dentro de la comunidad universitaria un programa de préstamo de equipos portátiles para los estudiantes que los requieran.

Por su parte, la Universidad de Costa Rica gestionó la compra de 1.000 tabletas con chips de acceso a internet para distribuir entre sus estudiantes, mientras coordina con la Fundación Omar Dengo el préstamo de computadores y desarrollan una campaña de donaciones. Otras instituciones latinoamericanas y europeas están desarrollando programas similares.

Todas estas iniciativas materializan la idea de que las universidades deben ser instituciones sensibles a las necesidades de su entorno social y aportar con sus conocimientos y capacidades al desarrollo y la calidad de vida de las sociedades en las que se insertan. En el contexto de crisis sanitaria mundial en que nos encontramos, estos esfuerzos resultan más valiosos que nunca, y deben multiplicarse.