5 de diciembre, 2022
Carlos Garatea, rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), asumió la presidencia del Centro Interuniversitario de Desarrollo, en reemplazo de Josep A. Planell, rector de la Universitat Oberta de Catalunya. Gabriel Aguayo, jefe del equipo de comunicaciones de CINDA tuvo la oportunidad de consultarle sobre algunos de los desafíos que vienen para la red y para la educación superior en general.
CINDA cambia de presidente y director ejecutivo después de varios años (7 y 13 respectivamente), y a diferencia de las autoridades anteriores, que viven en diferentes continentes, ustedes son de países vecinos. Junto a ello, el mundo está saliendo de una pandemia que ha normalizando el teletrabajo, acelerando la implantación de la transformación digital. Las modalidades virtuales han beneficiado directamente al trabajo en red característico de CINDA ¿Cuál es la visión de cómo CINDA se enfrentará a las nuevas posibilidades y retos que presentan las herramientas digitales? ¿Seguirán siendo temas importantes la cercanía y la presencialidad en el desarrollo de la actividad?
En efecto, ahora existe una buena vecindad entre el director ejecutivo y el presidente. Es un hecho que, antes de ser un limitante a los proyectos e ideas que pensamos implementar, es una inmensa oportunidad para favorecer acciones y políticas con impacto regional inmediato, no obstante las diferencias existentes entre las universidades que integran CINDA, el lugar en el que se encuentran y las posibilidades de cada una de nuestras instituciones. Quiero decir con esto lo siguiente: el principal desafío es que todas las universidades trabajemos juntos y que seamos capaces de apoyarnos y de aprender los unos de los otros. Cinda debe ser una comunidad universitaria viva, dinámica y dialogante. Es evidente que el mundo digital nos plantea a todos repuestas que favorezcan la marcha y la mejora de nuestras instituciones. Pero es igualmente cierto que su implementación requiere claridad en los objetivos y en las condiciones en que se encuentra cada una de nuestras universidades.
La transformación digital fue el gran tema de la última Junta Directiva realizada en la Universidad Católica del Uruguay y su aplicación exitosa beneficia directamente a la sostenibilidad. El año pasado se celebraron los 50 años de la organización y el tema central fueron los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU ¿Cómo CINDA planea participar en la concreción de la agenda 2030?
La agenda 2030 es considerada explícitamente en nuestro plan de trabajo. En este sentido, además del indudable protagonismo de la transformación digital, hemos acordado trabajar en torno a la mejora de la educación universitaria; en concreto, en lo referido a la formación para vivir en democracia y en el aseguramiento de la calidad. En cuanto a lo primero: nuestras universidades deben contribuir a que nuestros estudiantes aprendan a vivir democráticamente. No hay en ello una fórmula. Debemos ser creativos, compartir experiencias y trazar una ruta que contribuya con ese objetivo. Se trata de ir más allá de la frase; se trata de interiorizar el valor de la vida democrática. Es un gran tema. En ese marco, el aseguramiento de la calidad no puede ser una dimensión aparte. Pienso que cuando hablamos de calidad universitaria no se trata de cumplir con un número determinado de indicadores sino de influir en lo que sucede en el interior de un aula, en la investigación, en la carrera docente y en el impacto en el entorno.
Habiendo participado del trabajo de redes como rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú ¿Cómo percibe que el trabajo con sus colegas se desarrollará los próximos años? ¿Qué factores del trabajo en red le gustaría potenciar desde la presidencia?
Creo que el punto de partida es abrir espacios de diálogo y asumir proyectos que nos permitan desarrollar estudios comparativos y a profundidad. Los temas que mencioné en las preguntas anteriores nos conciernen a todos, no obstante las diferencias entre nuestras instituciones y entre nuestros países. Al mismo tiempo, pienso que debemos asumir los retos que plantean las brechas sociales, económicas, junto a las brechas digitales, a nuestros modelos de desarrollo y a los planes que nos planteamos para los próximos años. Lo digo pensando en que no podemos olvidarnos de nuestros estudiantes ni que los jóvenes tienen hoy un conjunto de expectativas, destrezas y habilidades que nos interpelan a todos y cuyo efecto nos obliga a poner sobre la mesa nuevos métodos de enseñanza. La mejora en la calidad implica, sin duda, estar en capacidad de responder adecuadamente a nuestros estudiantes