2 de septiembre, 2019
La evaluación del aprendizaje en el contexto actual de la educación superior fue el tema presentado por la directora ejecutiva de esta institución, María José Lemaitre, en un seminario realizado en Santiago de Chile por el Foro de Educación Superior de este país, AEQUALIS.
Este Foro agrupa a instituciones de educación superior chilenas, unidas por el propósito común de aportar a mejorar la educación profesional y técnica que se imparte en ese país. Para su funcionamiento, la agrupación cuenta con distintas unidades de trabajo y una de ellas, la de Docencia, organizó el seminario “Evaluación de los aprendizajes de estudiantes en educación superior: Dónde estamos y hacia dónde vamos”, que reunió a más de un centenar de personas provenientes de más de 30 instituciones.
El seminario versó en torno a un proyecto realizado por la mencionada unidad en colaboración con NILOA (National Institute for Learning Outcomes Assestments, Estados Unidos) y que busca indagar y conocer las políticas y estrategias de evaluación de los aprendizajes que están llevando a cabo las instituciones de educación superior, IES, acreditadas en Chile.
María José Lemaitre inició su intervención mencionando dos características que definen a una IES: el compromiso con el conocimiento y el compromiso con los estudiantes, agregando que “una forma de concretar ambos se encuentra en la definición y evaluación de resultados de aprendizaje, de aquellos esperados (perfil de egreso) y de los efectivamente alcanzados”.
A pesar de los avances logrados en el tema, agregó, lo anterior nos lleva a reconocer los desafíos que implica definir perfiles de egreso, tales como el de la pertinencia, el de la diversidad y el de la formación a lo largo de la vida.
Al referirse más concretamente a la evaluación de aprendizaje, Lemaitre citó el libro “Evaluación del logro de perfiles de egreso: experiencias universitarias”, editado por CINDA–GOP en 2017 el que destaca que la calidad de un aprendizaje no se basa fundamentalmente en conocer más sobre un contenido, sino en la capacidad de usar holísticamente los conocimientos y habilidades para solucionar tareas específicas; al respecto, señaló que esta concepción del aprendizaje exige revisar y modificar las prácticas tradicionales de evaluación, aspecto central en el desarrollo de la docencia.
Esta no es una tarea fácil, y para ejemplificar formas de abordarla, citó la experiencia del TEC de Monterrey (contenida en el citado libro CINDA-GOP), proceso de largo aliento que implicó involucrar a todos los actores de la comunidad universitaria y hacer una importante inversión en tiempo y recursos. Adicionalmente, se refirió a la experiencia del proyecto AHELO de OCDE, que aportó lecciones importantes acerca de la relevancia de revisar los mecanismos de evaluación y las condiciones que deben considerarse para su factibilidad.
Entre sus conclusiones mencionó que existe consenso en la importancia de contar con mecanismos sustantivos de evaluación de aprendizaje en una lógica de mejora continua. Sin embargo, diversos aspectos, tales como la resistencia al cambio, las estructuras institucionales que fragmentan la responsabilidad por la evaluación o la escasa voluntad política para invertir el tiempo y los recursos financieros necesarios en esta tarea, dificultan su abordaje oportuno.
Destacó, por tanto, la importancia de generar espacios participativos para desarrollar procesos de cambio, y reconocer que, cambios tan relevantes requieren de un periodo de aprendizaje que es necesario considerar en la planificación de las actividades a desarrollar.