7 de julio, 2023
Las universidades son instituciones altamente complejas que desempeñan un papel fundamental en la sociedad al proveer educación superior y generar conocimiento, al tiempo que han incorporado a su quehacer la investigación y vinculación con el medio, entre otros elementos. Cada una de estas funciones requiere habilidades y conocimientos específicos, lo que agrega una capa adicional de complejidad a la gestión de las universidades. Estas instituciones han ido generando, cada vez más espacios de especialización de ciertos actores y ciertas tareas específicas. Siempre, por supuesto, manteniendo la docencia en el corazón de las universidades.
Una de esas cosas es justamente el aseguramiento de la calidad. “La calidad es responsabilidad de las propias instituciones y necesita estar relacionada con la forma en que las universidades se piensan y se ven a sí mismas”, señalan desde el Instituto Internacional para el Aseguramiento de la Calidad, IAC-CINDA. Y es que si lo pensamos desde los actuales sistemas de acreditación, no es suficiente con que la universidad piense respecto de cuáles son sus definiciones de calidad. Eso tiene que tener una bajada a planes de trabajo y acciones concretas. Acciones que, por lo general, deben ir acompañadas de una determinada programación, organización, formas de implementación, levantamiento de información, entre otros.
Hay diversas personas en las universidades que ya están pensando y gestionando la calidad. Son personas que son parte de la institución, que poseen cierta “memoria institucional”, entendida como el conocimiento sobre cómo funciona la universidad y cómo se piensa, cómo se ha construido a lo largo del tiempo. Pero también las universidades empiezan a necesitar incorporar personas con diferentes perfiles, que tengan nuevos saberes y que puedan aplicarlo a esas labores. Entonces cobra importancia la profesionalización de ciertas reflexiones dentro de las universidades y se manifiesta la relevancia de personas que estén capacitadas específicamente en gestión de calidad de la educación superior.
Y justamente debido a la naturaleza multifacética y compleja de las instituciones de educación superior es que esta capacitación requiere ser permanente. “La gestión de la calidad debe llenarse de contenidos críticos. No es solo hacer, es hacer con pensar. Ese es el cambio clave en la forma en que tiene que pensarse la calidad”, comentan desde el IAC. La formación periódica y sistemática permite llevar a cabo una revisión constante de las propias prácticas, pero conduce también a actualizarse sobre los diversos modelos de aseguramiento de la calidad que se están desarrollando, así como sobre los elementos y discusiones que se dan en cada momento respecto de la misma.
La gestión de la calidad en las universidades requiere un enfoque reflexivo y crítico. La capacitación continua en gestión de la calidad se convierte en una necesidad para abordar los desafíos y las demandas cambiantes de estas instituciones. “No estamos hablando de una gestión a secas, es gestión de instituciones de educación superior, de una institución que es compleja en su funcionamiento y que tiene un propósito que es de largo plazo”, reflexionan desde el IAC- CINDA.